martes, 8 de diciembre de 2009

Los Padres: ese Otro convocado como interlocutor

Por Gomez Rial Andrea
Renombrar el Malestar

Después de un recorrido de varios años en los Equipos de Orientación de la Provincia de Buenos Aires, accedo a trabajar en una estructura de creación más reciente los Centros de Orientación Familiar -habitualmente conocidos como COF - a partir de mis inquietudes en torno a la dinámica de lo familiar en el ámbito socio comunitario.
Dentro de esta esfera, que comprende esa compleja urdimbre cultural, social e institucional, se encuentra por supuesto la Escuela.
Para todos los que hemos abordado desde algunos de sus múltiples vértices a este complejo proceso que es el aprendizaje, siempre se nos planteó el vínculo Familia-Escuela como un marco primordial para el establecimiento de esa apuesta al otro que es condición necesaria de todo aprendizaje. Si toda enseñanza parte de un supuesto de confianza hacia el aprendiente, todo aprendizaje comienza también con un dejarse llevar, dejarse hacer por el saber del otro que podrí-amos mirar como transferencia.
Planteo aquí como marco primordial al vínculo Familia /Escuela para poder subrayar el lugar privilegiado que ocupa este acuerdo necesario entre adultos, quienes son responsables de generar ese contexto favorable, permitiendo al sujeto instalar las posibilidades y el deseo de aprender, manteniendo su estatuto de niño que debe ser preservado y contenido.
El establecimiento de lazos y acuerdos entre docentes y padres ha atravesado a lo largo del tiempo múltiples quiebres. Intento en este trabajo realizar un recorrido por algunas de las posiciones y discursos asumidos en este vínculo por parte de los actores de Sistema Educativo (par-tiendo de una escena concreta que muchos podrán verla replicada en sus particulares realidades y experiencias), apuntando a buscar un lugar de encuentro en donde se logre habilitar a ese Otro como un interlocutor con el que se desea construir cosas juntos.

“Estos padres no te ayudan...”

El vínculo de cada escuela con los padres y familias de sus alumnos es sumamente complejo: allí se entrecruzan variables pertenecientes a una dimensión social (¿cómo están definidos el rol docente y el rol paterno/materno para cada cultura y para contexto socio-histórico? ¿Cuál es su estatuto social?¿qué variables confirman o cuestionan a cada uno de estos roles?) . Así también aparecen variables de una dimensión subjetiva, personal, definidas por el campo de lo inconsciente en cada uno de los actores en cuestión (sus historias personales, sus posicionamientos para establecer una comunicación saludable y asertiva), donde en el decir se juegue una implicación personal.
El vínculo entre la Institución escolar y los progenitores tiene un sinfín de aristas conflictivas, en tensión, ubicándose con marcada recurrencia como fuente de malestar. En el ámbito escolar uno se enfrenta con frecuencia con una cuestión repetida entre docentes que se expresa en la siguiente “queja”: “Estos padres no te ayudan, no se preocupan de la educación de sus hijos”.
Lo planteo como un malestar porque se presenta como un estar y sentirse mal; una percepción de incomodidad, que muchas veces inhabilita o bloquea la búsqueda de posibles salidas, cambios de planteo o sencillamente, tomas de posición que destraben estas encerronas.
La cuestión “los padres” es de ineludible mención en la profesión docente, pero en muchas oportunidades desde una posición de enfrentamiento, cuestionamiento o queja. Si bien desde la mayoría de los Proyectos Educativos Institucionales (PEI.) de las escuelas, -e incluso desde los Documentos emanados desde niveles de Supervisión o Dirección del sector Educación- se plan-tea una visión de apertura hacia la Comunidad y de inclusión de los Padres, esto a veces se tra-duce en una mirada que va desde ubicarlos como elemento amenazante y perturbador hasta el cuestionamiento de su pasividad o indiferencia ante las diferentes convocatorias a las familias que realiza la institución escolar.
Esta temática resulta muy fértil para pensar:
-¿qué lugar se le propone a la familia desde los docentes en la institución escolar?
-¿qué lugar asumen los padres?
Estas cuestiones que aparecen en lo cotidiano del hacer escolar, movieron las reflexiones que siguen a continuación.

Ellos y nosotros:

Para este análisis partiré de un malestar docente: la necesidad –expresada como urgente e imperiosa por un docente- de comunicarse con los padres de un alumno, para plantearles/ reclamarles algo.
Mariela es una maestra con varios años de experiencia a cargo de alumnos, en especial en el nivel donde actualmente ejerce en la escuela: 1er. Año. Manifiesta entusiasmo hacia su trabajo como docente. Desde comienzo de año ha dado numerosas señales de acercamiento hacia el Equipo de Orientación en donde trabajo como Orientadora Educacional, invitándome al grado a participar de una tarea, pidiéndome opiniones y sugerencias sobre las actividades, o comentándome alguna inquietud acerca de algún alumno. Hasta la fecha, Mariela ha derivado unos cinco niños al Equipo de Orientación, y en todos los casos se trataba -según su propia síntesis- de “problemas familiares”.
Vamos a detenernos en esta primera cuestión: ¿Qué sería esto de los problemas familiares a los que alude esta docente? Entre otros pedidos de intervención que hemos recibido como “Equipo de Orientación” de una escuela, las demandas hacia los padres de los alumnos (o que tienen a los padres como objeto) ocupan un lugar importante. Cuando Mónica me trae un “Informe de derivación” de un alumno suyo del cual le preocupa su “situación de abandono y soledad” nos comenta su preocupación que tomaremos como expresión de su malestar:
“Marcos, (que se encuentra recursando 1er. Año) no responde a las actividades propuestas, no participa en clase, no copia consignas, no trae los materiales pedidos, viene de la casa con las tareas sin hacer...” “Y yo a la mamá todavía no la conozco, no vino a firmar el boletín, no vino a la reunión de padres, ¡ya no sé qué hacer...! ¡Claro! Los papás de los nenes sin problemas, cuando los citás, vienen, pero estos papás no te ayudan, no colaboran con la educación de sus hijos! ¿Yo que puedo hacer?
[Ante estos primeros datos, indagué un poco más sobre el objeto de la demanda: ¿Qué le querés pedir entonces al Equipo de Orientación?]
La respuesta comenzó con un:”citá a la mamá y decile....” donde quedó claro que mi intervención quedaba instrumentalizada por su deseo de enfrentarse con esta mamá, ubicándome como un elemento de transmisión de un discurso de censura y crítica de un Otro: Yo quería que cites a la mamá para pedirle que le dé un poco más de bola! “ En algunas ocasiones, frente a una citación “sin respuesta”, Mariela preguntaba a Marcos qué había pasado: ¿Vió mamá que le puse una notita? ¿Por qué no vino mamá? El niño “respondía” con silencio, o con un lacónico “no sé”, actitudes que visiblemente irritaban a la docente. Si bien la entrega del Informe de Derivación al Equipo fue realizada en un entorno de confidencialidad (en el Gabinete, durante una hora institucional de la docente), suele ocurrir que ante mis visitas al grado se sucedan comentarios acerca de los padres de los niños delante de ellos mismos. Pareciera que Mónica necesitaba saber por qué no respondía esta mamá, dónde estaba.
Acerca de este ¿dónde está? Podemos abrir un montón de preguntas: si nos inquieta el lugar de los padres en la vida escolar de sus hijos debemos plantearnos: ¿Desde qué lugar se le hablaba a esta mamá? ¿Qué lugar asumía? ¿Desde dónde podrían comunicarse estos actores (docentes/ mamá) para intentar tramitar este malestar?
A partir de una visita domiciliaria, la mamá fue invitada a acercarse a conversar con el Equipo Orientador en un horario acordado con ella, que estaba casualmente en un día de franco. La señora trabajaba por horas en una “casa de familia” (¿y su casa, de qué era?) en Capital Federal, lo que le implicaba entre ida y vuelta un viaje de unas 4 horas diario. Se la observa molesta y agobiada ante la citación de la Escuela: “¡Ustedes no entienden que yo no puedo!”
En primer lugar, aparece en este discurso un claro posicionamiento de diferenciación entre un “ellos” (las familias de los alumnos, y aún dentro de este colectivo uno más segregado o descalificado, “estos padres”) y un “nosotros” (los docentes, los miembros de esta escuela, etc.).
En esta construcción que realiza el docente de trazar los bordes de algún Otro “allí enfrente” -y enfrentado- podemos leer un modelo peculiar de desencuentro entre pulsión y cultura: la segregación y hostilización de un elemento extraño. El elemento extraño, (Freud, Sigmund (1930[1929]) “El Malestar en la Cultura” Cap V Obras Completas) es un canal para satisfacer la pulsión agresiva en la hostilización a los extraños. Esta lógica de segregación que le da consistencia al grupo, dejando afuera al elemento perturbador o extranjero –en este caso los padres, y dentro de este campo excluido, más aún “estos” padres–. Desde el funcionamiento de una lógica universal de “todo” (según una perspectiva lacaniana) donde los padres deberían funcionar según una visión homogeneizadora del deber ser, “estos padres” se ubican como significante de la operación de segregación, apareciendo como un elemento excluido necesario para darle contenido y consistencia al grupo (los docentes, la Escuela). En esta operación de segregación aparecen imbricadas lógicas de una dimensión subjetiva, estructural y fundante (por Ej. la necesidad de satisfacer la pulsión agresiva) con lógicas referidas al contexto socio histórico (por ejemplo “estos” padres pueden refe-rir a sujetos en los que se proyecta determinados estigmas culturales o sociales, como los padres “abandónicos”, “indigentes”, desocupados, migrantes, etc.). El rechazo o la desaprobación a lo diferente, que no encaja con un mandato social de moral homogénea, atraviesa no solo las concepciones personales y subjetivas de cada docente, sino también los discursos circulantes en el ambiente social, la formación docente y aún a veces las publicaciones y revistas dirigidas al sector. Esta mirada hacia el elemento extraño, que aparece aquí en el significante de los padres, puede ser analizada también desde una dimensión contingente, propia del momento socio-histórico: como fruto de una autopercepción de los educadores en base a la desautorización social y falta de reconocimiento del entorno. Podemos encontrar señales de esto en las críticas dirigidas hacia el sector educación por los Medios de Comunicación, la percepción de magros salarios y el deterioro creciente de la profesión docente. Es probable que esto le dé un sustento real a la imagen de sentirse amenazados, disconfirmados por diferentes actores sociales, los otros, “ellos”. En este contexto, frecuentemente las familias son la principal fuente desde donde se percibe ese cuestionamiento social.
En el caso que propuse como disparador, se puede observar una estrategia defensiva de resistencia nostálgica orientada al pasado, añorando cierta gramática escolar que imponía roles específicos para el docente como reuniendo el saber y el poder dentro del lugar escuela. El con-cepto de gramática escolar tomado por Inés Dussell alude a un conjunto de reglas que definen las formas en que la escuela organiza su quehacer . Según Tyad y Cuban resultan un sustrato de alta perdurabilidad y, por lo tanto portan su inercia y resistencia al cambio. [Inés Dussell, (2007) en Seminario FLACSO Virtual, Psicoanálisis y Educación “La forma escolar y el malestar Educativo”] Según la autora del texto citado, el malestar en las escuelas está causado, -al menos en parte- por el dislocamiento entre:
- una forma escolar (la particular organización de la escuela) y
- las transformaciones culturales, políticas y sociales que están teniendo lugar.
Esta docente probablemente no logra desabrochar su idealización sobre “los papás y mamás”
(donde se entrecruzan seguramente, los patrones culturales de cada época así como la propia inscripción subjetiva de la “función paterna”) de aquellos padres y madres reales, en esta peculiar coyuntura socio-económica-cultural diferente y atravesada por múltiples problemáticas en donde se juega la subsistencia de los sujetos. En esta idealización entran en juego seguramente, los modelos culturales que porta el maestro sobre los vínculos parentales.
“Citá y decile que le de más bola”, nos reclama esta maestra. La pregunta que cabría aquí es: ¿desde que modelo familiar se propone? Posiblemente, la manera que encuentra esta enseñante para tramitar su malestar, expresado más arriba, sea la nostalgia de un padre fuerte, aún a riesgo de alimentar, una figura lindando en lo autoritario (según refiere el Profesor Markos Zafirópuolos (2007) en Seminario FLACSO Virtual, Psicoanálisis y Educación; ”Una mirada sobre los discursos de declinación de la autoridad y su incidencia en el malestar educativo actual”) Este trazado y prescripción del rol de “buena madre” que realiza muchas veces la escuela y se hace carne en este pedido docente podemos analizarlo desde Lacan en la Teoría de lo discursos como un posicionamiento en el Discurso del Amo “... tomando a su cargo un mandato regulador normativo para todos, sin preocupación por saber cómo el Otro lo resuelve...” KIEL Y ZELMANOVICH, (2007) Seminario FLACSO Virtual, Psicoanálisis y Educación; “Los padecimientos de la escena educativa y los avatares del lazo social” sin hacerse cargo, tal vez del punto de imposibilidad que plantea el hacer del Otro. Se desliza a través de estos decires, una forma escolar (entendida, al modo de Inés Dussel, como una particular configuración de relaciones sociales que definen roles y modos de socialización específicos, con un alto grado de inercia) donde el personal escolar se ubicaría en un lugar de monopolio del saber, el que tiene el “poder de la palabra”, pudiendo decidir y prescribir qué debe hacer el papá, llevando de esta manera estas formas escolares más allá de las fronteras de la institución educativa.

¿Teléfono descompuesto?

En este ámbito de la Comunicación Padres/Docentes, enmarcada en las citaciones realizadas por los maestros, el lugar del papá queda replegado muchas veces, a un “escuchar lo que les dicen” en vez de ser escuchado. Desde este terreno, es previsible entonces que con frecuencia estas citaciones no sean exitosas, por este significado de desencuentro que atraviesa la escena, “ustedes no entienden que yo no puedo” plantea la mamá al Equipo de Orientación en una entrevista.
Este es entonces, el espacio de intervención que se plantea como desafío: definir los puntos de encuentro donde pueda circular la palabra en un contexto de escucha. En este sentido, cabe aclarar que se observan en esta institución algunas características de la forma escolar que obstaculizan la tramitación de este malestar: la entrada de padres a la escuela debe ser avisada con anticipación a los auxiliares (quienes atienden la puerta) por parte del docente, sólo puede ser en los horarios de espacios institucionales, con citación previa, etc. Todos planteos que si bien responden a requisitos organizativos, resisten muchas veces a los posibles cambios frente a lo imprevisto, con modalidades que puedan resultar más flexibles. Entonces, si desde los actores escolares hay una aspiración real de instaurar a la familia como Otro que movilice el deseo, podría prevenirse esta fractura vincular, habilitando a la familia. El padecimiento solo puede ser reconocido a partir del encuentro con un Otro que haga lugar a la palabra...
Otra cuestión interesante para plantear es el lugar definido para este niño en algunas de las intervenciones de la maestra, que si bien procura preservarlo de la supuesta desatención por parte de su familia, lo pone a veces en el lugar del adulto al enfrentarlo a la situación de “tener que dar explicaciones” sobre la falta de respuestas de su mamá (¿Por qué no vino mami, Marcos?) sien-do razones de las que no puede dar cuenta un niño.

¿Yo qué puedo hacer?

“¿Qué hacer? Pensar lo viene [...] Cuando todo indica que no,
que no va más, hay que hacerse hacia delante [...]
si no como locos, por lo menos como soñadores
que quieren mantener los ojos abiertos...”
Derridá, Jacques;(1997) “El tiempo de una tesis.
Deconstrucción e implicaciones conceptuales”

Este "yo ¿qué puedo hacer?" que pregunta la docente podría leerse desde dos lugares: el de excusa para justificar su corrimiento por lo que entiende como desinterés por parte de la madre; o la posibilidad de abrir puertas para activar otras miradas, o solicitar la intervención de otros. En el primero de los casos, podría ser analizado como una percepción subjetiva de deprivación y/o arrasamiento frente a la sensación de fracaso que resultaría en una parálisis o inhibición de posibilidades de apertura. Esta percepción docente de “sentirse tan desprovistos” que muchas veces nos embarga de una angustia invalidante, tiene esta dimensión subjetiva pero, asimismo responde a unas situaciones coyunturales como el desprestigio de los docentes ante a los Medios de Comunicación., los discursos circulantes acerca de la responzabilización de la escuela del deterioro social, etc., etc.
Retomando la frase expresada por la maestra “¿Yo qué puedo hacer?” puede decirse que abre también el campo de intervención, implicando una rotación hacia el discurso del Histeria , plante-ando la irrupción de un deseo depositado en algún Otro que pueda abrir diferentes perspectivas., un reconocimiento del todo-no-lo-puedo/todo-no-lo-sé , ya que es una pregunta dirigida al compañero, (en este caso el Equipo de Orientación Escolar) en una búsqueda por abordar el malestar desde una “práctica entre varios” desde miradas complementarias que habiliten intervenciones transdisciplinarias, rotando hacia otros posicionamientos, y destrabando estos nudos vinculares a los que aludo en esta reflexión.
¿Cuál es el punto límite, lo intratable en la relación que un educador, una institución educativa mantiene con un padre o una madre? Es en ese “imposible” donde se sustenta este aspecto estructural e irreductible cuyo reconocimiento abre la posibilidad de trabajar sobre el mismo, para hacerlo productivo. Sostenemos que es sobre la base del reconocimiento de que no todo es posible, donde se abre una posibilidad, una productividad” . Asumiendo el “YO NO PUEDO” en el quehacer pedagógico (determinar e influir la conducta de los niños y de los padres) podremos destrabar lo imposible abriendo nuevas perspectivas: si yo no puedo con esto....tal vez podremos juntos.
Esto significa posicionar al padre como interlocutor, darle la palabra, habilitándolo –en principio-desde una escucha comprometida y respetuosa. Con esto sugiero una posición de complementariedad con ese otro adulto presente en la realidad del sujeto que aprende -en el caso de niños, aludimos obviamente a los padres- para poder abordar la complejidad de “qué hacer?”.
Al llegar a este punto debemos plantearnos que, más allá del análisis teórico de la necesidad del cambio de mirada hacia las familias en el ámbito de lo escolar, es necesario diseñar nuevos dispositivos de intervención que permitan un encuentro para que este recurrente lema de “apertura hacia la comunidad “al que refieren muchas escuelas, resulte en acciones concretas y reales, y no en una mera declaración de principios. Para esto será necesario que cada agente del sector educación pueda pensar, fundado en su creatividad en distintas situaciones de escucha y de diálogo asertivo, no solo para abordar problemáticas y/o situaciones individuales, sino como modo institucional de hacer circular la palabra y el saber convocando a los padres.

Bibliografía Consultada

1. ALBANO, Sergio (2006) Glosario Lacaniano, Buenos Aires, Editorial Quadrata)
2. FREUD, Sigmund (1930[1929]) “El Malestar en la Cultura” Cap V Obras Completas
3. DERRIDÁ, Jacques;(1997) “El tiempo de una tesis. Deconstrucción e implicaciones conceptuales”
4. DUSSEL, Inés (2007) “La forma escolar y el malestar educativo”, Seminario de FLACSO Virtual “Psicoanálisis y Prácticas Socio-Educativas” Clase 4
5. KIEL, Laura y ZELMANOVICH, Perla (2007) ”Los padecimientos en la escena educativa y los avatares del lazo social” en Seminario Psicoanálisis y Prácticas Socio-Educativas” FLACSO Virtual ,Clase 5
6. MEIEREU; “Frankestein educador” Barcelona. Edit. Alertes
7. RODRIGUEZ, Antonia;(2007) “Asertividad: el arte de decir "no" y algo más” Art. Publicado en: www.arearh.com
8. ZAFIRÓPUOLOS, MARKOS (2007) ;”Una mirada sobre los discursos de declinación de la autoridad y su incidencia en el malestar educativo actual”) en Seminario
Psicoanálisis y Prácticas Socio-Educativas. FLACSO Virtual, Clase 3.



Lic Andrea Gómez Rial

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