miércoles, 6 de octubre de 2010

EL ROL DEL PROFESIONAL EN TIEMPOS DE CRISIS

Por Damiano Laura.

Lo que se mueve en nuestro corazón.
Lo explica nuestra cabeza.
Y lo hacen nuestras manos.
                                                              M. Andolfi.

El trabajo social, es una profesión que se ha replanteado en los últimos 30 años su modalidad de intervención, esto ha posibilitado el crecimiento de la profesión y nos ha habilitado, a pensarnos como profesionales, ya no técnicos ni auxiliares, profesionales que intervienen en problemáticas sociales, habilitando y promoviendo la superación de las dificultades de acuerdo a un enfoque de trabajo y una metodología que podríamos pensar, forman una parte de aquello que guía nuestra tarea profesional.
Una de la cosas que nos permiten definir nuestro rol profesional son las incumbencias que precisan nuestro quehacer, y aquí podríamos nombrar muchas. Ahora bien, creo que alcanzaríamos a englobarlas en esta:  reconocer y fomentar en el otro las capacidades (herramientas y recursos) para el logro de una mejor calidad de vida, y me atrevo a inferir que ésta es una incumbencia válida para muchas profesiones, principalmente aquellas que implican cambio en alguna dirección necesaria y posible.

Cuando intervenimos con un individuo, grupo, familia o comunidad, indirectamente lo hacemos en el contexto que los incluye,  lugar donde uno se encuentra en determinado momento, que condiciona nuestra forma de vida, nuestras costumbres, hábitos y valores y que a su vez está atravesado por circunstancias económicas, físicas y emocionales que lo complejizan.
Propongo pensar que cuando hablamos de crisis de la sociedad actual, nos atrevamos a mirar que esta perturba tanto al individuo, grupo, familia o comunidad como a nuestro propio quehacer cotidiano, ya que, este, se encuentra incluido dentro de este contexto en crisis.
Este quehacer cotidiano, podríamos pensarlo como una brújula, y en esta ubicamos lo emocional, lo  ideológico y lo epistemológico de nuestra profesión.
Mirada desde el concepto de totalidad, es nuestra guía, una guía que nos indica el camino para el QUÉ hacer; ya no solo el cómo o él quien, sino que en la interacción de un ¿Cómo ? y un ¿Quién?, es donde descubriríamos un QUÉ. Un QUÉ, que nos caracteriza,  nos hace actuantes activos de nuestro trabajo cotidiano.
Y es este ¿QUÉ hacemos? el que también se encuentra en crisis, conformado en la interacción de un Self  y un Rol.

El Self es definido como aquel que implica el trabajo desde el cómo ejecutamos la acción, y aquí abarcaríamos,  entonces, nuestras emociones, fantasías, entre otras. Se sabe y nos ha pasado a todos que al trabajar con fenómenos humanos, (conflictos de índole individual, familiar o comunitaria) que frente a determinados temas a abordar aparecen los sentimientos nombrados anteriormente que nos paralizan o nos perturban sin poder intervenir con la fluidez y creatividad con que lo haríamos si estos obstáculos los trabajáramos hacia el adentro de nosotros mismos y no vale tanto especificar puntualmente un conflicto, ya que a cada uno de nosotros nos movilizan diferentes situaciones de acuerdo a nuestra historia y nuestras experiencias vividas.
La intuición que también conforma el Self es todo aquello que sentimos que deberíamos decir y hacer, pero que al racionalizarlo lo descartamos por creerlo poco conveniente, así como tenderíamos a descartar aquellos síntomas fisiológicos o físicos, que sentimos frente a una problemática, que nos indican como estaríamos reaccionando frente a esto que se nos presenta.
En conclusión el self son las emociones del profesional, es el libro de consulta, donde éste se encuentra con su historia, sus sentimientos, su transversalidad y por es esto  que el self, acompaña.
El Rol implica a QUIEN hace, y esto involucraría el trabajo desde una epistemología, y de ésta se desprende un  marco teórico, todos entendemos el significado de estos términos, y todos entramos en estos tiempos en la articulación también de estos modelos de mirar e intervenir en el mundo y en nuestro trabajo, y lo dificultoso por lo general es hacernos escuchar, y también escuchar, hacernos respetar y también respetar. En función de estos dos conceptos básicos no solo para la intervención profesional, sino  para la vida también, es que se deben crear herramientas de trabajo que nos permitan la mejor intervención posible frente a cada situación en particular, y que nos cuide como profesionales de la frustración, arma letal si las hay en estos tiempos.
Ahora bien, ¿alcanzaríamos a definir el Rol desde estos parámetros? Quizás aquí podríamos incluir la relación que tenemos con, por ejemplo la familia con quien intervenimos, la resonancia, es decir, abarcaríamos tanto la empatía como la confianza que el individuo, la familia o comunidad deposita en nosotros, como profesionales que intervenimos para orientar este proceso de mejorar su calidad de vida.

En conclusión, es en la interacción entre el Self que acompaña y el Rol que dirige, donde encontraríamos nuestra ética y responsabilidad profesional.


Y es ésto, lo que justamente podríamos decir, que se encuentra en crisis, crisis que nos desestructura y nos da la oportunidad de crear y recrear nuestra intervención.

1 comentario:

  1. Laura: Todos los que te conocemos como profesional sabemos de qué manera vos significas y ensalzás es rol, Felicitaciones por tu artículo!!!

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